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En esta crisis todos tendremos que perder algo


Estos días me resulta complicado valorar la situación económica considerando el enorme drama humanitario que estamos viviendo y, sobre todo, que nos queda por vivir. Aún así, me gustaría hacer una reflexión en torno al impacto económico que vamos a sufrir y lo desigual que va a resultar para las personas.

Desde el momento que se decretó el estado de alarma, ha habido personas que han visto caer sus ingresos de forma muy importante. En el caso de los trabajadores temporales, muchos han perdido su empleo y se han ido al paro, siendo casi imposible que vayan a encontrar trabajo en los próximos meses. En el caso de los trabajadores afectados por un ERTE, su caída de ingresos va a ser del 30%. Sin embargo, los peor parados van a ser sin duda aquellos autónomos y pequeños empresarios que no solamente van a ver caer a cero sus ingresos sino que además van a tener que seguir soportando importantes gastos. Es cierto que la prestación para parados y la previsible suspensión del pago de la renta de alquiler van a ser alivios muy importantes. Pero aún así, su situación va a ser muy delicada, especialmente para aquellos que no tengan ahorros de los que tirar durante estos meses. Muchos de estos autónomos y pequeñas empresas sin duda tendrán que cerrar.

Por otro lado, sin embargo, hay muchos trabajadores que no han perdido nada de poder adquisitivo y que perciben los mismos ingresos que antes de la crisis. Lo mismo puede decirse de empresas que pueden seguir funcionando con normalidad, algunas incluso habrán visto aumentar sus ingresos como consecuencia de esta situación. O lo mismo podría decirse de los pensionistas.

Ante una crisis como esta, no tiene ningún sentido que, a nivel económico, unos no tengan ninguna disminución de sus ingresos y otros tengan una disminución muy fuerte. La mejor manera de salir unidos de esta situación es si todos asumimos una parte del coste, si todos nos vemos afectados pero nadie se ve excesivamente afectado.

Ahora bien, esto es más fácil decirlo que hacerlo. Lo fácil es reclamar al gobierno ayudas pero de lo otro nadie dice nada. Sin embargo, es necesario tomar medidas que eviten un impacto tan desigual de la crisis, donde unos asumen mucho y otros nada. 

Es necesario, por ejemplo, que los propietarios de viviendas y locales asuman tres meses de no cobrar sus rentas (aquellos que realmente necesiten la renta del alquiler para llegar a fin de mes que sean compensados por el gobierno). Sería razonable, por ejemplo, que durante tres meses la pensión máxima fuera de 1.500 euros, para aliviar un poco a la Seguridad Social, la cual va a sufrir un enorme agujero ante la caída drástica de ingresos por cotizaciones. También sería razonable, por ejemplo, que los trabajadores públicos tuvieran un salario máximo de 2.000 euros durante tres meses (a excepción de aquellos sectores con sobrecarga de trabajo, como los sanitarios). En este grupo lógicamente metería a todos los cargos políticos. También sería razonable, por ejemplo, que este año el impuesto de sociedades no tuviera ninguna exención e incluso fuera algo más alto, ya que casi ninguna empresa va a tener beneficios y por tanto no lo van a tener que pagar, de manera que las pocas que tengan beneficios paguen un porcentaje algo mayor y ese dinero se pueda destinar a ayudar a otras empresas para evitar su quiebra o que despidan a trabajadores.

En definitiva, si decimos que de esta salimos unidos, tenemos que estar unidos con hechos y no sólo con palabras y aplausos. Todos tenemos que vernos de alguna manera perjudicados durante estos meses, o cuando menos todos los que tengan una situación económica razonablemente cómoda (no se trata obviamente de pedir sacrificios al trabajador o pensionista que cobra 900 euros).

Este enfoque es muy poco popular. Pero no podemos limitarnos a lo fácil, a pedir que el Estado asuma todo. Primero porque no lo va a asumir ya que no puede, lo que inevitablemente lleva a dejar a muchas personas sin protección. Y segundo porque todo lo que asuma el Estado va a ser deuda que dificultará enormemente la situación del país en el futuro y provocará la vuelta de los recortes y las políticas de austeridad.

Esta vez tiene que ser diferente. Tenemos que salir de esta crisis unidos bajo la premisa de que cada cual aporte lo que pueda y reciba lo que necesita. De lo contrario, la brecha social se agrandará y sus consecuencias serán tan terribles o más que las decenas de miles de muertos que nos va a dejar en las próximas semanas el maldito COVID-19.

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